Con 14 funcionarios y 14 canes
DIVISIÓN CANINA AL
SERVICIO DE LA COMUNIDAD
Detección de
estupefacientes y psicotrópicos, rescate de personas, exhibiciones y talleres
en instituciones educativas son algunas de las funciones que cumple la Brigada Canina de la Policía de Miranda, ubicada
en el kilómetro 14 de la carretera Panamericana, adyacente a la redoma de San
Antonio de Los Altos, municipio Los Salias.
El jefe encargado de esta área,
el oficial jefe Jager Ñañez, explica que un total de 14 policías con 14
sabuesos y unidades policiales están dedicados a prestar servicio comunitario,
con la finalidad de generar tranquilidad y protección a los ciudadanos
mirandinos, lo que también les permite apoyar el trabajo realizado por otras
divisiones de la institución, como la Dirección de Investigaciones y Estrategias
Preventivas y la Unidad
de Control de Reuniones y Manifestaciones Públicas.
Desde 1996 la Brigada Canina contribuye
con la seguridad en todas las comunidades y se ha dedicado no sólo a combatir
el delito sino a enaltecer la relación policía-comunidad.
En busca del acercamiento con el pueblo,
los policías adscritos a esta unidad efectúan patrullaje continuo en diversos
sectores. Además dictan talleres y charlas de prevención del delito y
conocimiento de sustancias ilícitas.
Realizan exhibiciones en
instituciones educativas para que los niños y jóvenes conozcan no sólo el
trabajo policial sino los peligros o riesgos que corren en el día a día además
de inculcarles que el delito es el peor camino que pueden elegir.
Formación de ejemplares
Los entrenamientos se
realizan en el Campo de Polo ubicado en la urbanización Club de Campo en San
Antonio, donde pulen sus habilidades y desarrollan las virtudes de los perros y
los funcionarios, además de fortalecer el trabajo que desempeñan juntos en pro
de la seguridad.
El desarrollo de
las destrezas innatas en el canino se realiza con diferentes herramientas
básicas, entre sustancias simuladoras de psicotrópicos, juguetes, mordedores,
rampa de saltos y otros.
La preparación comienza a partir de los seis meses de vida de
los caninos porque allí es donde afloran los instintos animales y es la época
adecuada para que retengan toda la información que se le está suministrando.
El entrenamiento es
realizado tres veces por semana y está compuesto por cuatro módulos de trabajo
de 20 minutos con cada uno de los ejemplares.
Los módulos de
trabajo se dividen en cuatro: Rastro,
para la formación de los ejemplares, la detección de narcóticos, el desarrollo
y el entrenamiento de los perros. Obediencia,
en el cual se ejecutan ejercicios básicos y avanzados para el aprovechamiento
de las condiciones físicas, las cualidades generales y desarrollo de los
perros.
La siguiente fase
se denomina Protección, a través de
la cual se trabaja la aprehensión de fugitivos, localización de seres vivos y
la penetración de espacios abiertos o confinados, y las Maniobras Verticales, que se practican con el apoyo de los Bomberos
de Miranda, en las que se encuentran las técnicas de descenso y acenso con los
ejemplares.
Todos los
entrenamientos se rigen por las condiciones del tiempo, porque la temperatura del
animal es de 38 a
38,5 ºC ,
y eso se debe compensar con la temperatura ambiente.
Los ejemplares se
valen de su olfato, ya que es el sentido que más desarrollan, lo que les
permite detectar y separar olores, pues poseen 250 millones de células
olfativas y con mayor rapidez pueden localizar un objetivo, a diferencia de un
ser humano.
Orgullo canino
El inspector Ñañez, comentó que dentro del
grupo de ejemplares se encuentra el can Thor, el cual ya tiene tres años apoyando
las labores policiales y convirtiéndose en orgullo para todo el cuerpo de
seguridad debido a que es capaz de encontrar armas y sustancias
estupefacientes.
“Los funcionarios han entrenado a
Thor para que realice estas acciones en los allanamientos y cualquier otro
procedimiento, por lo que me atrevería a decir que es el único can formado para
que ejecute este tipo de labores que contribuyen a disminuir el delito y sobre
todo, a colocar tras las rejas a los maleantes.
Prensa Iapem / Egda González