Los Teques.-22/12/2013.- “Cuando nos hicimos
policías conocíamos la responsabilidad que estábamos adquiriendo y los
sacrificios que debíamos realizar para resguardar a los ciudadanos. Sin
embargo, aceptamos el reto y apartamos nuestros interés personales”, afirman
los funcionarios de la Policía de Miranda, quienes se alistan para recibir la
navidad en los diversos Centros de Coordinaciones a la espera de cualquier
eventualidad.
Mientras en los hogares preparan
la mesa y sirven la comida navideña, en las instalaciones policiales los
uniformados pulen sus botas y realizan mantenimiento a sus armas.
Sus cuerpos están al servicio pero sus almas se encuentran con sus familiares.
“La nostalgia se hace
presente en nosotros, pues no es fácil estar lejos de los seres queridos. Los
recuerdos y anhelos son los adornos que decoran el árbol de la esperanza de
todos pero también el profesionalismo y la convicción nos motiva a seguir
ejerciendo nuestra labor con disciplina y honestidad” sostienen los
funcionarios.
Su investidura representa fuerza,
valor y justicia. No obstante, detrás de cada uno de esos uniformes existe un
ser humano con grandes sentimientos que sacrifica las reuniones familiares por
cuidar la integridad física y moral de cientos de mirandinos.
Los besos para la familia antes
salir de casa y encomendarse plenamente a Dios, son ritos
infaltables para un funcionario, quienes saben cuándo salen de casa pero no
cuando regresan.
Criticarlos es fácil, ponerse en
sus zapatos no lo es. Ser vulnerables en un enfrentamiento armado, luchar para
atrapar delincuentes o realizar arduos trabajos de inteligencia, deben ser
labores elogiables, pues para realizarlas, se debe tener mucho más que coraje.
Cuando veas a un uniformado de
cualquier cuerpo policial felicítalos por escoger esa profesión, agradéceles
por diariamente arriesgar sus vidas por proteger a desconocidos y por apartar a
sus familias para estar al servicio de la comunidad.
Prensa Iapem/Lexis Gandica
No hay comentarios:
Publicar un comentario