10% de los
apresados ya habían sido detenidos por el organismo
Los Teques.- De los 207 detenidos en los calabozos de
la Policía de Miranda, 19 ya habían sido capturados en reiteradas ocasiones por
el cuerpo de seguridad estadal, tras haber reincidido en su conducta criminal.
La cifra deja entrever que el sistema de leyes venezolanas concedió la libertad
o beneficios procesales a estos individuos, quienes no perdieron la oportunidad
de volver a ser verdugos para la ciudadanía
Aproximadamente
el 10% de los aprehendidos del ente policial, habría sido detenido en el
pasado, al menos en una ocasión por dicho organismo. Tras los barrotes hay
historias de personas que han sido capturadas en nueve oportunidades por los efectivos
estadales. También la de otros que luego de un mes que fueron liberados por la
legislación nacional, volvieron a ser arrestados por reincidir en su conducta
delictiva. Literalmente han venido usando los calabozos de la Policía de
Miranda, como un hostal.
El director
presidente de la Policía de Miranda, comisario general Elisio Guzmán Cedeño,
explica que en las salas de guarda y custodia de la Comandancia General de la
Policía de Miranda, ubicada en Los Teques, se concentra la mayor cantidad de
aprehendidos y de reincidentes. En dichos espacios habitan 63 privados de
libertad, cuando debería haber un máximo de 30 personas. Catorce de ellos ya
habían sido sorprendidos en flagrancia en un delito anterior.
“La reincidencia
ocurre, en gran medida, porque el sistema de justicia otorga al aprehendido una
medida que prácticamente lo absuelve del delito que cometió y que lo hace
merecedor de un boleta de libertad, la cual no va acompañada con los elementos
que requiere el sujeto para alejarse de su acción delictiva. Es decir, no
existe un análisis consciente de la conducta reiterativa que ya tiene, o puede
tener, alguien que estuvo preso para determinar si realmente merece dicho
beneficio”, dice Guzmán.
Otros casos que
llaman la atención es el de dos jóvenes que fueron atrapados en mayo y julio de
2015, en hechos aislados ocurridos en Los Teques, en los que fueron señalados
de amenazar de muerte a ciudadanos mirandinos para despojarlos de sus teléfonos
celulares. A pocos días del suceso, el sistema
ordenó su liberación. En menos de un mes, ambos fueron aprehendidos
nuevamente por la Policía de Miranda, por robo en una unidad de transporte
público y el otro por apropiación indebida de un automotor.
“La victima ya
no es sólo quien resultó agraviado por su delito, sino toda la sociedad, la
cual termina siendo embestida por aquella decisión, que no tomó en cuenta que
el hombre requería un trabajo digno, la oportunidad de educarse, un hogar y
otros elementos sin los cuales se verá obligado o decidirá recaer en la
delincuencia, quizás en menor escala o con mayor nivel de violencia”, citó
Guzmán.
En el Centro de
Coordinación Policial 2, ubicado en Charallave, municipio Cristóbal Rojas,
donde la sobrepoblación carcelaria supera por 20 el número de aprehendidos para
el que fue diseñado el recinto (20), existen cuatro personas que fueron
detenidas en más de una ocasión por los uniformados regionales. Uno de ellos
ingresó por primera vez en 2012 por violencia de género, luego en febrero de
2015, por conducir una moto solicitada y pocos días después protagonizó un riña
callejera, por la cual fue privado de libertad otra vez.
“¿Cuántas veces
tenemos que detener al mismo individuo por diferentes motivos? ¿Por qué el
sistema deja libre a un hombre que no está apto para salir de forma proactiva
en su entorno social? Estas reflexiones nos hacen pensar que en nuestro país se
están otorgando beneficios para delinquir y que la población, en ausencia de
una respuesta satisfactoria, ha buscado una alternativa a la justicia ordinaria,
tomándola en sus propias manos. De esta forma vemos entonces que aumentan los
linchamientos de algunos presuntos delincuentes, como ha venido ocurriendo en
días recientes”.
Para quien violó
la ley, lo que debieron ser 48 horas tras las rejas en una policía, se
convierten en meses y años a la espera de un cupo a las cárceles nacionales por
parte del Ministerio de Prisiones, por las deficiencias del sistema. “Durante
ese tiempo, sin el esparcimiento correcto, sin comida, sin una visita adecuada
de sus seres queridos, ni la oportunidad de siquiera dormir tranquilamente, el
privado de libertad solo desea su libertad a toda costa. Cuando la consigue
sólo recuerda haber sobrevivido instintivamente a la violencia de la cárcel y
por ello, cuando está libre, reincide en el uso de esa violencia para
subsistir”, concluyó Guzmán.
Iapem Prensa / Miguel Mederico
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